viernes, 7 de diciembre de 2012

La mujer en el budismo

Artículo procedente de aquí


Lo que el Buda dijo sobre la mujer

 El Buda dejó muy claro que tanto las mujeres como los hombres podían alcanzar la Iluminación y las admitió en la orden monástica de ese entonces como bhikkhunis, que era algo totalmente revolucionario en aquella época.


Una paradójica posición

 Sin embargo se cuenta que el Buda se mostraba reticente a incorporar a las mujeres en la orden y que sólo lo permitió cuando Ananda (su fiel asistente) se lo pidió por tercera vez. Cuando las admitió, estableció una serie de preceptos para ellas.


En las escrituras Mahayana figuran ciertos ejemplos en que se manifiesta que la naturaleza femenina es inferior. Sin embargo, en la misma obra aparecen algunas narraciones sobre mujeres jóvenes que reprenden y desconciertan a ancianos monjes venerables por no reconocer la destreza de la mujer para enseñar las doctrinas.


Ocupan un nivel “inferior” dentro de la organización monástica

El linaje de ordenación bhikkhuni (o de monjas budistas) se extinguió dentro de la tradición del budismo antiguo Theravada. Nunca se impuso en el Tíbet y actualmente sólo pervive en las tradiciones del Budismo sino-japones. Sin embargo en la comunidad tibetana algunas mujeres, llamadas anis, se entregan a la vida monástica. En Tailandia a estas mismas se les denominada maejis. En cualquier caso, su posición es considerablemente “inferior” dentro de la organización de los monjes ordenados que viven (al menos así parece) de acuerdo con los antiguos códigos monásticos. Las comodidades de que disfrutan son escasas, por no decir inexistentes.


La situación en paises Occidentales

No obstante, la situación es muy diferente en las comunidades budistas occidentales, que en su gran mayoría admiten a hombres y mujeres con las mismas condiciones.


Algunas mujeres buscan restablecer la antigua tradición

 Si embargo algunos grupos de mujeres en Occidente y, cada vez más también, en Oriente, tratan de encontrar fórmulas para recuperar las órdenacion tradicional de bhikshuni (Bhikshuni es sánscrito, bhikkuni es en pali).


Quizá una posible solución estribaría en “importar” al budismo Theravada o al tibetano de la actitud existente en China, que parece no haberse interrumpido nunca desde las primeras ordenaciones de mujeres en tiempos del Buda. Resulta imposible predecir si esto se logrará finalmente.


En constante desventaja dentro del modelo tradicional

En cualquier caso, las mujeres que desean recuperar la ordenación tradicional en países asiáticos se encuentran en una situación que las pondría en una constante desventaja; al perseguir la igualdad con sus hermanos monásticos intentando recuperar la ordenación bhikshuni tradicional, esta las colocaría de forma inequívoca en una posición inferior dentro de la organización monacal. Por ejemplo, una de las reglas que tendrían que aceptar establece que todas las monjas, “aun cuando tengan cien años de ordenadas”, deben mostrar deferencia en todo momento hacia el monje más joven.


Optar por el modelo occidental

Parece, pues, que estas mujeres que buscan la igualdad de oportunidades y que desean ser ordenadas en la religión budista tal ves deberían abandonar la cuestión de la ordenación bhikshuni tradicional y adoptar uno de los nuevos modelos de órdenes y prácticas que, en la actualidad, surgen en Occidente y, en los cuales, tanto hombres como mujeres reciben la misma ordenación y gozan de las mismas oportunidades.

HARAGEI 2. Cerebro abdominal

Este artículo está sacado de aquí

Con él quiero mostrar la evidencia científica de uno de los mayores mitos que circulan en occidente sobre la meditación. La capacidad de sentir con el cuerpo mientras la mente se encuentra dedicada a otra, ya sea meditación u otra actividad.


Tenemos dos cerebros : Uno en la cabeza y otro oculto en nuestras entrañas. Los neurólogos han hallado que este último es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar a su colega más noble.

Hace 4.500 años, los eruditos egipcios situaban en la parte más prosaica de nuestro organismo con intestinos inquietos y pestilentes, la sede de nuestras emociones. En el Papiro Smith, por ejemplo, ya puede leerse que el estómago es la desembocadura del corazón, el órgano donde se localiza " el pensamiento y el sentimiento ". De este modo, cualquier alteración en la mente cardíaca se refleja indefectiblemenente en el aparato digestivo.

Durante siglos, los galenos prestaron más atención al vientre que al cerebro, órgano al se le artribuía el cometido menor de ventilar la sangre. En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia, al menos popular, de que nuestras tripas son capaces de experimentar emociones. Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero invade el estómago, como si en su interior revolotearan mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo ó aflición hacen que el estómago se encoja. La repulsión a algo ó a alguien puede llegar a producir el vómito.

Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia. Fruto de décadas de trabajao, los científicos están en condiciones de afirmar que, por inaudito que parezca, en el tracto intestinal se aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. Efectivamente, el tubo digestivo está literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas, casi exactamente igual que la cifra existente en toda la médula espinal, estructura que junto con al encéfalo, cerebro, cerebelo y tronco encefálico, forman el denominado sistema nervioso central (SNC). Desde el punto de vista estructural , los neurólogos dividìan el sistema nervioso en dos componetes, el central y el periférico.

 

Las neuronas de la tripa no sólo controlan la digestión.

A su vez, los elementos nerviosos dedicados a las funciones motoras se carcaterizan en una división somática, que inerva los musculos esqueléticos, y una division autónoma, que une los llmados musculos lisos, el músculo cardiaco y las glándulas. Hasta hace poco, los expertos incluían el cerebro del estómago dentro del sistema nervioso central (SNP). " Pensábamos que el aparato gastrointestinal era un tubo hueco con reflejos simples. A nadie se le ocurrió contar las fibras nerviosas que lo recorren, confiesa David Wingate, profesor de la Universidad de Londres.

El aparato gastro intestinal, como es sabido, tiene un cometido de aportar al organismo un suministro continuo de agua, electrolitos, y elementos nutritivos. Todas estas tareas está supervisadas por el cerebro abdominal , tambien conocido como sistema nervioso entérico ( SNE). Pero su cometido, va más allá de allá que el de supervisar los ya por sí solos complejos digestivos. Al igual que el recluido en las paredes craneales, el cerebro entérico produce sustancias psicoactivas que influyen en el estado de ánimo, como los neuro transmisores serotonina u dopamina, así como otras sustancias que modulan el dolor.

Un hallazgo sensacional.

Michael Gershon, de la Universidad de Columbia, en Nueva York, es el descubridor del segundo cerebro. Este científico demostró que el 95 por 100 de la seratonina corporal, neurotransmisor que influye en el estado de ánimo, es producida por el cerebro entérico.

Puede leerse en el libro , EL segundo cerebro , de Michaell D. Gershon, jefe del Departamento de Anatomía y Biología celular de la Universidad de Columbia, en Nueva York." Hasta la fecha, los científicos han identificado mas de una treintena de sustancias transmidoras liberadas por las terminaciones nerviosas ó oxomas de los distintos tipos de neuronas gastroinstestinales, que no son pocos." La multiplicidad de neurotransmisores en los intestinos- añade- sugiere que el leguaje hablado por las células del sistema nerviosos abdominal es tan rico y complejo como el del cerebro".

Una conexión entre la psique y el estómago.

 

" Hace unos años, muchos de mis colegas se hubieran mofado si hubiese mencionadoque existe manifiesta conexión entre la psique y el cerebro entérico", confiesa Emeran Mayer, profesor de la Universidad de California en los Angeles. Pero la realidad es que en nuestro vientre, ese pequeño cerebro tiene las facultad de operar de forma autónoma . Contacta con el cerebro principal a traves de diferentes fibras nerviosas, como los nervios vagos que mueren en el bulbo raquídeo- El cerebro entérico recibe información de la cabeza, pero nadie le dicta cómo trabajar.Hay un gran flujo de mensajes del vientre a la cabeza. Todas estas peculiaridades hacen del sistema nervioso entérico, un lugar independiente de integración y procesamiento neuronal. Esto le convierte en un segundo cerebro. El sistema nervioso entérico, jamás comprondrá silogismos, escribirá poesía ó abordará el diálogo socrático, pero a pesar de ello es un cerebro , dice el profesor Gershon, y añade " Descartes formuló su máxima Pienso luego existo" , pero lo hizo por sus intestinos se lo permitieron".

Es capaz de sufrir sus propias neurosis.

El hecho de que el Sistema nervioso entérico trabaje por su propia cuenta hace que los científicos consideren la posiblidad de que también pueda memorizar ciertas emociones, sufrir estrés y tener sus propias psiconeurosis.

¿Pero qué necesidad hay de tener dos cerebros? Los científicos opinan que se trata de una adaptación evolutiva . cuando nuestros predecesores emergieron del cieno y adquirieron una espina dorsal, desarrollaron un cerebro en la cabeza y un estómago con una mente propia. El cerebro principal delegó las funciones digestivas al segundo cerebro, para ocuparse en de otros menesteres , externos como la caza, la defensa y la creación de la familia.

HARAGEI 1

Este es la primera de una serie de apuntes y textos sobre el Haragei, tema que, además de interesarme muchísimo, supone un acercamiento práctico y activo a la compresión y asimilación de la práctica budista en occidente.

Esto es sólo una introducción. Ni siquiera eso. Espero se me disculpe el tono de humor, pero en esto, como en todo, las experiencias que nos tomamos con humor se viven mejor.



Hara quiere decir en japonés vientre, pero incluye muchos más significados.
Haragei es el arte de la centralización abdominal, fruto de diversos ejercicios de respiración presentes en todos los métodos de meditación, además de en el kyudo, el sumo y el Nihon Taijutsu o Ninjutsu.
El Hara es el centro del cuerpo, es el centro de gravedad, el punto desde el que se genera el calor del cuerpo, y a decir de algunos maestros orientales, es el “segundo cerebro”.
Si nos fijamos, prácticamente todas las emociones que experimentamos o bien se reflejan o bien ocurren en el Hara: las famosas mariposas del enamorado, los nervios ante algo nuevo, el miedo, hasta la risa, que nace de un espasmo abdominal, sin poder mover los músculos del vientre no podemos reírnos, es el Hara quien se ríe.

En Japón la idea de Haragei es muy compleja. Alguien que tiene haragei(literalmente “sentir con el vientre”) debería ser capaz de percibir cambios a su alrededor, muy sutiles.

La típica escena del maestro de artes marciales que intuye un ataque no es más que la aplicación del haragei.
Al estar el cuerpo y la mente en calma, la extrema sensibilidad del vientre nos avisaría de cualquier cambio en nuestro entorno.
En la historia reciente de Japón hay un incidente que los gobiernos occidentales no saben muy bien cómo explicar.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Emperador de Japón dio la orden de cesar las hostilidades, una orden directa a un general. Este hizo caso omiso y continuó enviando soldados. Al terminar la guerra y pedir los americanos los informes de estado sobre las operaciones del ejército japonés, se asombraron al leer que la orden del emperador había sido dada mediante haragei, y que el general no había percibido la intención del emperador, aún cuando se suponía que un militar de alto rango debía estar versado en el haragei, como se supone aún hoy en políticos y empresarios.

¿Telepatía? Qué mas da. Mediante la centralización de la respiración, la mente y los movimientos en el hara, haciendo nacer cada movimiento, respiración o pensamiento del vientre, además de conseguir equilibrio mente/cuerpo y coordinación, podemos llegar, algún día, queridos frikis, a poder decir, como Yoda:
He sentido una perturbación en la Fuerza. Como si millones de seres gritasen de terror y callasen de repente.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Entrevista al Maestro Kosen

 
 
Sin comentarios. Se puede decir más alto pero no más claro. Quien quiera más lo encontrará.

Sabor Occidental


Buda no era budista.

Tal vez la principal dificultad que tiene el budismo de implantarse en occidente sea la “orientalidad” de esta religión. Puede que haya gente que pudiera sentirse atraída por el budismo pero que, al ver toda la parafernalia que aparentemente implica, se apartan.

Piensan que si son budistas, tendrán que ir vestidos como lo hacen los budistas de los países orientales, adoptar sus costumbres, y no se sentirían a gusto, sería como ir disfrazado, como  aparentar lo que no son.

Buda pertenecía a una familia de brahmanes, que en aquella época estaba formada por gente de etnia aria, caucásica. Nada que ver con la imagen del Buda gordito y con rasgos asiáticos a la que estamos acostumbrados.

Siddharta Gautama no se parecería ni remotamente a cualquier maestro budista actual de Japón o el Tíbet, por ejemplo.

El budismo, al ir implantándose en diferentes países, se fue mezclando con la cultura local, adaptándose en sus modos, en sus términos, en su estética.

En la actualidad, en los centros de estudios budistas, escuelas de meditación, y templos que hay en occidente, tanto practicantes como maestros adoptan una estética “copiada” de los países de donde procede su tradición. Así, visten el Khesa japonés, o el hábito tibetano.

Esto es normal, es natural.

Pero poco a poco, debemos ir encontrando el sitio que debe ocupar el budismo en nuestra cultura.

 
Me gusta pensar que, al igual que los primeros monjes chinos vestían como los monjes de la India, y los primeros monjes japoneses lo hacían al estilo chino, y luego desarrollaron su propia identidad dentro del marco budista, así lo haremos nosotros. Dentro de tal vez cien, doscientos años, el budismo occidental habrá encontrado su “sabor” propio, como ahora lo tienen el japonés o el tibetano.

Empezamos

«No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos. No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen. No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas. No creáis en lo que dicen las Sagradas Escrituras sólo porque ellas lo digan. No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano. Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia».


Estas son las palabras de Buda Sakiamuni.
En base a ellas me dispongo a exponer aquello que crea que puede hacer entender a la gente de este occidente herido, ahogado y en cierto modo acorralado, lo que la experiencia de un sólo hombre puede ayudar a cada uno a ser, simplemente, uno mismo.

No soy budista, en cuanto a que no he tomado refugio en los tres tesoros.

"El maestro aparece cuando el alumno está preparado", dice el Prajna Paramita.
Así sea.

Desde el estudio de los textos disponibles, mi propia práctica en meditación, y lo que me voy encontrando en el camino, intentaré explicar, y entender yo mismo, qué ocurrió aquella madrugada bajo una higuera, qué le pasó a aquel principe venido a menos para que aún hoy, millones de personas imiten su postura y actitud.

No pretendo estar en posesión de la verdad, concepto en el que no creo demasiado, es más, agradecería los comentarios, la puntualización, la crítica, en cualquier medida, desde cualquiera.

Expirad hondo, soltar los hombros, no os preocupeis demasiado por nada.

Empezamos.