Con él quiero mostrar la evidencia científica de uno de los mayores mitos que circulan en occidente sobre la meditación. La capacidad de sentir con el cuerpo mientras la mente se encuentra dedicada a otra, ya sea meditación u otra actividad.
Tenemos dos cerebros : Uno en la cabeza y otro oculto en
nuestras entrañas. Los neurólogos han hallado que este último es capaz de
recordar, ponerse nervioso y dominar a su colega más noble.
Hace 4.500 años, los eruditos egipcios situaban en la parte
más prosaica de nuestro organismo con intestinos inquietos y pestilentes, la
sede de nuestras emociones. En el Papiro Smith, por ejemplo, ya puede leerse
que el estómago es la desembocadura del corazón, el órgano donde se localiza
" el pensamiento y el sentimiento ". De este modo, cualquier
alteración en la mente cardíaca se refleja indefectiblemenente en el aparato
digestivo.
Durante siglos, los galenos prestaron más atención al
vientre que al cerebro, órgano al se le artribuía el cometido menor de ventilar
la sangre. En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la
conciencia, al menos popular, de que nuestras tripas son capaces de
experimentar emociones. Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero
invade el estómago, como si en su interior revolotearan mariposas. Por el
contrario, las situaciones de tensión, miedo ó aflición hacen que el estómago
se encoja. La repulsión a algo ó a alguien puede llegar a producir el vómito.
Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a
encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia. Fruto de décadas
de trabajao, los científicos están en condiciones de afirmar que, por inaudito
que parezca, en el tracto intestinal se aloja un segundo cerebro muy
similar al que tenemos en la cabeza. Efectivamente, el tubo digestivo está
literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas, casi
exactamente igual que la cifra existente en toda la médula espinal, estructura
que junto con al encéfalo, cerebro, cerebelo y tronco encefálico, forman el
denominado sistema nervioso central (SNC). Desde el punto de vista estructural
, los neurólogos dividìan el sistema nervioso en dos componetes, el central y
el periférico.
Las neuronas de la tripa no sólo controlan la digestión.
A su vez, los elementos nerviosos dedicados a las funciones
motoras se carcaterizan en una división somática, que inerva los musculos
esqueléticos, y una division autónoma, que une los llmados musculos lisos, el
músculo cardiaco y las glándulas. Hasta hace poco, los expertos incluían el
cerebro del estómago dentro del sistema nervioso central (SNP). "
Pensábamos que el aparato gastrointestinal era un tubo hueco con reflejos
simples. A nadie se le ocurrió contar las fibras nerviosas que lo recorren,
confiesa David Wingate, profesor de la Universidad de Londres.
El aparato gastro intestinal, como es sabido, tiene un
cometido de aportar al organismo un suministro continuo de agua, electrolitos,
y elementos nutritivos. Todas estas tareas está supervisadas por el cerebro
abdominal , tambien conocido como sistema nervioso entérico ( SNE). Pero su
cometido, va más allá de allá que el de supervisar los ya por sí solos
complejos digestivos. Al igual que el recluido en las paredes craneales, el
cerebro entérico produce sustancias psicoactivas que influyen en el estado de
ánimo, como los neuro transmisores serotonina u dopamina, así como otras
sustancias que modulan el dolor.
Un hallazgo sensacional.
Michael Gershon, de la Universidad de Columbia, en Nueva
York, es el descubridor del segundo cerebro. Este científico demostró que el 95
por 100 de la seratonina corporal, neurotransmisor que influye en el estado de
ánimo, es producida por el cerebro entérico.
Puede leerse en el libro , EL segundo cerebro , de
Michaell D. Gershon, jefe del Departamento de Anatomía y Biología celular de la
Universidad de Columbia, en Nueva York." Hasta la fecha, los científicos
han identificado mas de una treintena de sustancias transmidoras liberadas por
las terminaciones nerviosas ó oxomas de los distintos tipos de neuronas
gastroinstestinales, que no son pocos." La multiplicidad de
neurotransmisores en los intestinos- añade- sugiere que el leguaje hablado por
las células del sistema nerviosos abdominal es tan rico y complejo como el del
cerebro".
Una conexión entre la psique y el estómago.
" Hace unos años, muchos de mis colegas se hubieran
mofado si hubiese mencionadoque existe manifiesta conexión entre la psique y el
cerebro entérico", confiesa Emeran Mayer, profesor de la Universidad de
California en los Angeles. Pero la realidad es que en nuestro vientre, ese
pequeño cerebro tiene las facultad de operar de forma autónoma .
Contacta con el cerebro principal a traves de diferentes fibras nerviosas, como
los nervios vagos que mueren en el bulbo raquídeo- El cerebro entérico recibe
información de la cabeza, pero nadie le dicta cómo trabajar.Hay un gran flujo
de mensajes del vientre a la cabeza. Todas estas peculiaridades hacen del
sistema nervioso entérico, un lugar independiente de integración y
procesamiento neuronal. Esto le convierte en un segundo cerebro. El sistema
nervioso entérico, jamás comprondrá silogismos, escribirá poesía ó abordará el
diálogo socrático, pero a pesar de ello es un cerebro , dice el profesor
Gershon, y añade " Descartes formuló su máxima Pienso luego
existo" , pero lo hizo por sus intestinos se lo permitieron".
Es capaz de sufrir sus propias neurosis.
El hecho de que el Sistema nervioso entérico trabaje por su
propia cuenta hace que los científicos consideren la posiblidad de que también
pueda memorizar ciertas emociones, sufrir estrés y tener sus propias
psiconeurosis.
¿Pero qué necesidad hay de tener dos cerebros? Los
científicos opinan que se trata de una adaptación evolutiva . cuando nuestros
predecesores emergieron del cieno y adquirieron una espina dorsal,
desarrollaron un cerebro en la cabeza y un estómago con una mente propia. El cerebro
principal delegó las funciones digestivas al segundo cerebro, para ocuparse en
de otros menesteres , externos como la caza, la defensa y la creación de la
familia.
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