jueves, 6 de diciembre de 2012

Empezamos

«No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos. No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen. No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas. No creáis en lo que dicen las Sagradas Escrituras sólo porque ellas lo digan. No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano. Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia».


Estas son las palabras de Buda Sakiamuni.
En base a ellas me dispongo a exponer aquello que crea que puede hacer entender a la gente de este occidente herido, ahogado y en cierto modo acorralado, lo que la experiencia de un sólo hombre puede ayudar a cada uno a ser, simplemente, uno mismo.

No soy budista, en cuanto a que no he tomado refugio en los tres tesoros.

"El maestro aparece cuando el alumno está preparado", dice el Prajna Paramita.
Así sea.

Desde el estudio de los textos disponibles, mi propia práctica en meditación, y lo que me voy encontrando en el camino, intentaré explicar, y entender yo mismo, qué ocurrió aquella madrugada bajo una higuera, qué le pasó a aquel principe venido a menos para que aún hoy, millones de personas imiten su postura y actitud.

No pretendo estar en posesión de la verdad, concepto en el que no creo demasiado, es más, agradecería los comentarios, la puntualización, la crítica, en cualquier medida, desde cualquiera.

Expirad hondo, soltar los hombros, no os preocupeis demasiado por nada.

Empezamos.

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